El
ayurveda es un antiguo sistema de medicina originado en la India. Los buenos
masajistas ayurvédicos, así como los de shiatsu, reconocen en los puntos y
líneas energéticas del cuerpo la salud de los órganos internos. A estas líneas
se las conoce en la cultura tradicional india como ‘nadis’, y a los puntos
energéticos como ‘marmas’. El masajista ayurvédico y el de shiatsu detectan de
manera táctil los problemas que puedan manifestarse en esos puntos y líneas
exteriores al órgano afectado. Al ser presionados ligeramente el paciente
experimenta dolor en zonas que no han recibido golpes ni han realizado
movimientos intensos o bruscos. De modo significativo, es masajeando sabiamente
esos centros y canales energéticos doloridos como se facilita la curación
progresiva del paciente. Uno de los
tratamientos básicos de la medicina aiurvédica es el śirodhara, que consiste en verter durante 40 minutos sobre
la frente una mezcla tibia de aceites y hierbas.
Otra habilidad de los ayurvédicos es la de leer o auscultar el
pulso de sus pacientes. Tocan con la yema de los dedos las arterias de la
muñeca. Y no se trata simplemente de que cuenten las pulsaciones, ni siquiera
de que conozcan a través de ellas el estado del corazón o la circulación, sino
que por el tacto de las pulsaciones determinan el estado general de la salud de
una persona y diagnostican los posibles problemas.
Dicen que un rey de la India era tan celoso que, en vez de
permitir al médico ayurvédico tocar el pulso de la reina, ataba a la muñeca de
esta un cordón y solo le daba a aquél licencia para, tras una cortina,
reconocer el pulso sosteniendo el otro extremo del cordón.
Un día el rey, para probar la habilidad del médico, en vez de atar el cordón a la muñeca de la reina, lo ató a la pata de una búfala preñada que tenía en el establo.
Un día el rey, para probar la habilidad del médico, en vez de atar el cordón a la muñeca de la reina, lo ató a la pata de una búfala preñada que tenía en el establo.
–¿Qué tal se
encuentra la reina? –preguntó el rey
–Enhorabuena,
majestad –respondió el médico–. La reina está esperando una saludable cría de
búfalo.
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