Sunday, November 11, 2012

EL TACTO Y EL MASAJE AYURVÉDICO

Los buenos masajistas ayurvédicos, así como los de shiatsu, reconocen en los puntos y líneas energéticas del cuerpo la salud de los órganos internos. A estas líneas se las conoce en la cultura tradicional india como ‘nadis’, y a los puntos energéticos como ‘marmas’. Para descartar la existencia de tales centros y canales se ha aducido que la anatomía o la autopsia no los detecta, pero lo verdaderamente milagroso sería que los detectara, pues se trata de energía vital, cosa de lo que un cadáver usualmente carece. Para establecer una comparación, encontrar nadis o marmas en una anatomía o autopsia sería algo así como encontrar electricidad destripando un cable conductor separado de su fuente de alimentación.
Por su parte, para atestiguar su existencia, hay importantes argumentos empíricos. Por ejemplo, ¿por qué en los ataques cardíacos duele el brazo izquierdo? Justo duele todo el meridiano cordial que recorre ese brazo hasta el dedo ‘corazón’ precisamente. Igual ocurre con los otros órganos y meridianos. El masajista ayurvédico y el de shiatsu detectan de manera táctil los problemas que puedan manifestarse en esos puntos y líneas exteriores al órgano afectado. Al ser presionados ligeramente el paciente experimenta dolor en zonas que no han recibido golpes ni han realizado movimientos intensos o bruscos. De modo significativo, es masajeando sabiamente esos centros y canales energéticos doloridos como se facilita la curación progresiva del paciente.
Otra habilidad de los prácticos ayurvédicos es la de leer o auscultar el pulso de sus pacientes. Tocan con la yema de los dedos las arterias de la muñeca. Y no se trata simplemente de que cuenten las pulsaciones, ni siquiera de que conozcan a través de ellas el estado del corazón o la circulación, sino que por el tacto de las pulsaciones determinan el estado general de la salud de una persona y diagnostican los posibles problemas. Para terminar este artículo con su pizca de humor, voy a contar una historieta que aparece en uno de los libros de Svoboda, y que trata sobre la destreza en este arte:
Dicen que un rey de la India era tan celoso que, en vez de permitir al médico ayurvédico tocar el pulso de la reina, ataba a la muñeca de esta un cordón y solo le daba a aquél licencia para, tras una cortina, reconocer el pulso sosteniendo el otro extremo del cordón.

Un día el rey, para probar la habilidad del médico, en vez de atar el cordón a la muñeca de la reina, lo ató a la pata de una búfala preñada que tenía en el establo.
–¿Qué tal se encuentra la reina? –preguntó el rey.

–Enhorabuena, majestad –respondió el médico–. La reina está esperando una saludable cría de búfalo.
BIBLIOGRAFÍA:
“Ayurveda: descubrir la propia constitución, vivir según ella y prevenir y curar las enfermedades”, Robert Svoboda, Ed. Kairós.