Los buenos masajistas ayurvédicos, así como los de shiatsu,
reconocen en los puntos y líneas energéticas del cuerpo la salud de los órganos
internos. A estas líneas se las conoce en la cultura tradicional india como
‘nadis’, y a los puntos energéticos como ‘marmas’. Para descartar la existencia
de tales centros y canales se ha aducido que la anatomía o la autopsia no los
detecta, pero lo verdaderamente milagroso sería que los detectara, pues se
trata de energía vital, cosa de lo que un cadáver usualmente carece. Para
establecer una comparación, encontrar nadis o marmas en una anatomía o autopsia
sería algo así como encontrar electricidad destripando un cable conductor separado
de su fuente de alimentación.
Por su parte, para atestiguar su existencia, hay importantes
argumentos empíricos. Por ejemplo, ¿por qué en los ataques cardíacos duele el
brazo izquierdo? Justo duele todo el meridiano cordial que recorre ese brazo
hasta el dedo ‘corazón’ precisamente. Igual ocurre con los otros órganos y
meridianos. El masajista ayurvédico y el de shiatsu detectan de manera táctil
los problemas que puedan manifestarse en esos puntos y líneas exteriores al
órgano afectado. Al ser presionados ligeramente el paciente experimenta dolor
en zonas que no han recibido golpes ni han realizado movimientos intensos o
bruscos. De modo significativo, es masajeando sabiamente esos centros y canales
energéticos doloridos como se facilita la curación progresiva del paciente.
Otra habilidad de los prácticos ayurvédicos es la de leer o
auscultar el pulso de sus pacientes. Tocan con la yema de los dedos las
arterias de la muñeca. Y no se trata simplemente de que cuenten las
pulsaciones, ni siquiera de que conozcan a través de ellas el estado del
corazón o la circulación, sino que por el tacto de las pulsaciones determinan
el estado general de la salud de una persona y diagnostican los posibles
problemas. Para terminar este artículo con su pizca de humor, voy a contar una
historieta que aparece en uno de los libros de Svoboda, y que trata sobre la
destreza en este arte:
Dicen que un rey de la India era tan celoso que, en vez de
permitir al médico ayurvédico tocar el pulso de la reina, ataba a la muñeca de
esta un cordón y solo le daba a aquél licencia para, tras una cortina,
reconocer el pulso sosteniendo el otro extremo del cordón.
Un día el rey, para probar la habilidad del médico, en vez de atar el cordón a la muñeca de la reina, lo ató a la pata de una búfala preñada que tenía en el establo.
Un día el rey, para probar la habilidad del médico, en vez de atar el cordón a la muñeca de la reina, lo ató a la pata de una búfala preñada que tenía en el establo.
–¿Qué tal se encuentra la reina? –preguntó el rey.
–Enhorabuena, majestad –respondió el médico–. La reina está esperando una saludable cría de búfalo.
–Enhorabuena, majestad –respondió el médico–. La reina está esperando una saludable cría de búfalo.
BIBLIOGRAFÍA:
“Ayurveda: descubrir la propia constitución, vivir según ella y prevenir y curar las enfermedades”, Robert Svoboda, Ed. Kairós.
“Ayurveda: descubrir la propia constitución, vivir según ella y prevenir y curar las enfermedades”, Robert Svoboda, Ed. Kairós.
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