Esta
mañana la nieve y el hielo han sido los protagonistas de una nueva jornada
montañera. Después de media hora de ascender, nos hemos puesto los
crampones como medida de seguridad. Curiosamente las reflexiones de la
ascensión han estado acompañadas de un cielo azul intenso y un aire limpio y
puro. Eso si...el viento del norte hacia que la sensación térmica fuese de
menos 25 grados. El tacto del viento en la cara hacia del caminar algo
necesario para activar la circulación. Seguir cultivando la atención en estas
condiciones extremas es un autentico reto. En esta situación uno tiene la
percepción de que el corazón habla y el cerebro escucha.
Toda
cultura ancestral procedente de cualquier punto del planeta considera de forma
invariable al corazón como fuente de sabiduría, conocimiento espiritual,
pensamiento y emociones profundas. Pero es evidente que mientras en lo
tecnológico estamos viviendo en las ciudades del siglo XXI con todos sus
adelantos, en Lo Humano seguimos viviendo en las cavernas de las tribus
primitivas. El corazón gobierna el flujo de energía de todo el organismo y
todos los órganos son sus subordinados, pero paradójicamente es el cerebro y la
mente los que toman las riendas de la inmensa mayoría de nuestras decisiones.
¿Sera
este desequilibrio que tenemos entre cerebro y corazón el causante de tantas
crisis y de tanto sufrimiento e injusticias? ¿Tenemos
conexiones no locales con otras mentes y con el entorno? ¿Tiene el corazón
capacidad para almacenar información? ¿De dónde saca el corazón su capacidad de
Amar? ¿Qué quiere decir que sentimos con el corazón? ¿Puede nuestro corazón
comunicarse con otros? ¿Puede el corazón pensar?
Vivir
en coherencia quiere decir tener la capacidad de escoger lo bueno de cada
momento, orientarse hacia lo bello que cada situación encierra y captar lo
verdadero del mensaje que la vida nos está ofreciendo. Vivir en coherencia es
tan fisiológico como el acto de caminar de manera armónica o de respirar de
forma fluida. Vivir en coherencia quiere decir ser capaz de percibir el
entorno, sentir su significado y encontrar la forma de responder al mensaje. En
definitiva, la coherencia y el camino interno de la experiencia espiritual
caminan cogidos de la mano.
Ahora la ciencia moderna no quiere ser menos
y viene a decirnos que existen evidencias que demuestran que esas verdades son
algo más que simples metáforas. La
ciencia moderna viene a decirnos que el contacto físico juega un importante
papel a la hora de facilitar el intercambio de energía, como ocurre al darnos
un abrazo, y que estas verdades son algo más que simples metáforas. Muchas técnicas de sanación se basan
en un intercambio de energía de algún tipo entre las personas. El corazón es el
principal candidato como fuente de esa energía electromagnética cuando las
personas se tocan o se encuentran cerca. El abrazo armónico entre
corazón y cerebro genera un estado de bienestar y una percepción extraordinarias.